Rompe el Molde

Dentro de las reflexiones para acercarme a la esencia de este libro, mi editora me preguntó un día: «Dulce, si no tuvieras que ser políticamente correcta, ¿desde dónde escribirías? ¿Qué dirías?». Me pareció un fascinante permiso para hacer un ejercicio profundo y liberar a mi yo que sí tiene muchas cosas que decir con respecto a las mujeres, así que aquí va, sin filtros, lo que opino sobre el sistema en el que vivimos inmersas:

Estoy hasta la madre de ver a mujeres talentosas desperdiciadas, de que tengan que abandonar carreras prometedoras en pos de «cuidar» de sus familias porque es lo que toca. De ver mujeres con el brillo en sus ojos marchito porque se sienten atrapadas en relaciones y matrimonios que no las hacen felices. De escuchar a mujeres con el corazón roto y el esófago destruido para conseguir el cuerpo perfecto; con dietas, cremas y fajas que nos exigen belleza y juventud a costa de nuestra salud mental y emocional.

Estoy hasta la madre de ver mujeres sin libertad financiera tras un divorcio en el que su pareja lo controlaba todo y ahora ellas no saben ni por dónde empezar. Estoy hasta la madre de hombres educados bajo un esquema en el que no existe la comunicación emocional y eso nos hace sentir que vivimos con un adolescente más que con un adulto. Estoy hasta la madre de misóginos a los que hay que soportarles sus chistes pendejos en las reuniones y todavía poner buena cara.

Estoy hasta la madre de los hombres narcisistas que quieren romper la voluntad de una mujer destruyendo su autoestima con mentiras que les susurran al oído cuando nadie los ve: «Tú sin mí no eres nadie, ¿quién crees que te va a querer así como estás?». Estoy hasta la madre de que la responsabilidad afectiva y la crianza de los hijos recaigan sobre nosotras gran parte del tiempo.

Estoy hasta la madre de que un cabrón piense que la vida de una mujer le pertenece y se sienta con los huevos de incendiarla frente a sus hijas.